jueves, 30 de abril de 2009

Cubrebocas


El pánico es una cosa muy curiosa, el pánico colectivo es como una película muda.

A mi muchas cosas me dan miedo, pero el pánico es una experiencia que guardo para esos instantes improbables en que creo que he perdido la cartera antes de sentir su superficie lisa al fondo de la bolsa o que me confundo de fecha y pienso haber olvidado el cumpleaños de mi padre, antes de recordar que lo que se me paso fue su santo (que es un par de días antes y bastante menos importante). Con mi tendencia al miedo común y controlado el pánico pandémico que se vive hoy en México (¿en el mundo?) me resulta sorpresivamente entretenido. Claro que no me entretienen las muertes, los hospitales en cuarentena, las medicinas escasas y el hecho de que como siempre la gente que en realidad esta pasándola peor es la que tiene que seguir tomando metros y camiones para ir a trabajar, que depende de los servicios de salud públicos para recibir atención medica y a quienes si cierran los superes tres días, sin un peso ahorrado no les alanza para comprar por adelantado. Lo que si me entretiene son las personas que llevan encerradas en sus casas desde el viernes pasado, pegados a los canales de noticias, llamándose unos a otros cada 33 minutos para comentar cualquier adelanto insignificante que se muestra en la tele y que mandan a sus choferes a hacer compras de pánico como si esto en lugar de ser una epidemia de influenza fuera un brote del virus del comedor compulsivo… que alguien me diga ¿qué van a hacer después con todas esas latas de atún?
Parece que en esta pandemia potencial existen dos posturas, la primera es la de pánico, que es por supuesto un lujo reservado para quienes la preocupación es un entretenimiento que produce un excitación generalizada, comparable solo con una noche de copas, un día de compras compulsivas o unas cuantos encuentros extramaritales. La segunda postura es adoptada por la gente que con o sin virus de la influenza porcina, tiene que seguir trabajando como si nada, parados en un mercado o en una fábrica, rodeados de miles de personas que podrían estar contagiadas. Ellos le rezan a la virgen, se toman dos cervezas y se las arreglan para encontrar la única estación de radio que en lugar de noticias sigue programando cumbias y rancheras. Yo y otros cuantos no hemos podido todavía elegir una postura, ninguna es demasiado atractiva, así que nos conformamos con ver este curioso panorama como si fuera una película muda, callada las verdades, tartamuda de prospectos, silenciada de consecuencias, enmudecida con cubrebocas.

Besos de lejos, que los normales están prohibidos

Refritos accidentales

Hace poco hable de corazones de piñata o de coraza que es lo mismo... pero como siempre ni la más original de las ideas es en nigun momento realmente original. Hoy me dí cuenta de que me la había ganado en otras palabras Benedetti... por mi si comparto una sola idea con un genio, me doy por bien servida.

Corazón coraza

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.

Mario Benedetti

martes, 21 de abril de 2009

Conexiones perdidas


Hay una sección de craigslist.com (uno de los sitios de clasificados más populares en todo el mundo) que se llama “missed connections” (o “conexiones perdidas” en su relativamente nueva versión mexicana). Este tiene que ser uno de los espacios de la red más llenos de nostalgia, de hubieras, de posibilidades que se dejaron escapar. En él se suben anuncios que buscan encontrar (¿o será reencontrar?) algo que se tuvo cerca y que se dejo ir… una conexión perdida. En los 20 minutos que llevo espiando anuncios publicados para alguien que no soy yo, alguien que probablemente nunca los leerá, me esta empezando a quedar muy claro que el arrepentimiento por haber dejado pasar la oportunidad de tocar o de mantener algo valioso en nuestras vidas, es desafortunadamente una constante en la condición humana. Desde una mujer que busca a un amigo perdido hace años, hasta un par de travestís que quieren encontrar a un hombre que conocieron en un antro para pasar la noche juntos, pasando por una infinidad de personas que se cruzaron un día, se miraron, se sonrieron y no se atrevieron a hablarse. No me queda más que preguntarme por que tantos de nosotros compartimos estas historias, por que elegimos una y otra vez quedarnos con los hubieras… ¿Qué es lo que nos deja rechazar tanto y tantas veces el potencial de algo bueno, de algo grande? Después de pensarlo un rato me imagino que por mucho que nos pese el arrepentimiento de haber dejado ir sin vivir, éste no se compara con el dolor de vivir y perder. A fin de cuentas perder algo que nunca se tuvo se queda en el hubiera y perder lo que ya fue nuestro se carga para siempre. Ya con el potencial agotado, lo que pesa no es lo que podría haber pasado, sino lo que si paso… y en realidad a mi no sé que se me hace más pesado.

Besos