Dicen que todo viaje se empieza con un primer paso... si, pero ¿como se empieza un blog?
Pues en mi limitada experiencia (una línea y contando), un blog se empieza así, en caliente.
Hace ya varios meses que juego con la idea de unirme a la bloggosfera (como diría Lucia), pero simplemente no me había podido inspirar. Después de meses de posponerlo, me tope con una salida fácil a mis conflictos bloggeros, publicaría escritos que ya tengo, poemas, relatos de viaje, cuentos escupidos en mis noches de insomnio adolescente. Sin embargo, una vez encontrada esta solución perfecta, me seguí negando a abrir el blog... una parte de mi sabía que esto era hacer trampa. No le hago justicia a los que me leen (y tampoco a mi misma), si presento aquí a alguien que ya no existe. He cambiando tanto en los últimos años... y mi trabajo me ha costado carajo… ahora nada más falta que por hueva deje que sea una versión más verde de mi la que escriba.
Una vez resuelta a publicar mayoritariamente palabras frescas y calientitas (no puedo prometer que en momentos melancólicos no subiré algún recalentado), hoy aprovecho mi molesta tendencia a despertarme temprano en fin de semana para empezar mi blog.
Creo que mi resistencia a escribir tiene que ver con mis conflictos con cualquier tipo de compromiso… me da miedo que el blog se me vuelva obligación… pero bueno, ahora que ando en tiempos de reconciliación (o tal vez conciliación primera) con la idea de comprometerme : ), empiezo con un poema… y muy consecuentemente un poema de compromiso y de porque me estresa tanto.
… si me llegas a mares
si te dejas venir con la fuerza de las olas
y sin preguntar como las mareas de mayo.
… si no haces preguntas,
y no buscas en mi las respuestas.
… si camino por tus playas y no las marco,
si mis huellas se las roba el agua.
¿entonces por qué no me miras?
Tus ojos no se atreven a posarse,
porque me saben ajena,
me saben libre…
tus ojos son sabios
y adivinan mis ritmos
si se dejan descansar por un instante en los míos
saldré como el viento
huiré como la brisa que se aleja ligera y con prisa
porque los ojos del mar le pesan
porque se sabe capaz de agitar sus aguas.