lunes, 22 de diciembre de 2008

¿Me lo cambias?


“La gente no cambia”… he escuchado esta expresión incontables veces y en los contextos más variados, pero siempre dicha con la misma seguridad con la que se afirma que 1 + 1 es 2, que el tequila da unas crudas de miedo y que las lunas de octubre son las más bonitas. Sin embargo, como en los ejemplos anteriores, me niego creer ciegamente en ella. Algunos matemáticos argumentan que la respuesta a la más sencilla ecuación aritmética es en realidad complicada, les apuesto que a los jimadores el tequila les entra como agua y les sale sin consecuencias devastadoras al día siguiente y creo que la luna más bella es la que se ve con la mirada más abierta, con la persona más especial o en mi caso generalmente la de diciembre porque la veo doble, a ella misma y a su reflejo en el mar. Si me tomo el tiempo de cuestionar esta hipótesis transformada en certidumbre por la “sabiduría popular”, me parece que encuentro más argumentos para negarla que para aceptarla. Vamos poco a poco y partamos de donde empieza todo en nuestras egocéntricas mentes… en nosotros mismos. Aunque el autoanalisis tiende a ser más difícil que el juicio del pensamiento y comportamiento ajeno, hay que hacer un esfuerzo porque me parece un buen lugar para comenzar. Hace uno, dos, tres años, yo era, en esencia la misma persona que soy ahora, eso es verdad, pero hacía las cosas muy diferente, sostenía y defendia con pasión algunas ideas que hoy no me atrevo ni siquiera a decir en vos alta y me movía en el mundo de una manera distinta. Nunca hubiera creído que podía abrir mi corazón como lo he hecho, no me hubiera atrevido a dejar mi “carrera formal” para dedicarme a escribir, jamás hubiera si quiera contemplado vivir en el DF y mucho menos imaginado que me gustaría tanto. Hora de dejar el egocentrismo… Como yo, mucha de la gente que quiero ha cambiado lo suficiente para que hasta un observador casual pueda darse cuenta. Para cuidar sensibilidades voy a omitir nombres, pero entre las personas que más conozco he visto cambios dignos de novela kafkeana: amigas que juraron nunca comprometerse con el dedo anular decorado de diamantes, fresas insufribles convertidos en pachecos relajados, heterosexuales confirmadisimos felices en relaciones gay y viceversa, amigos que parecían condenados a la mediocridad con trabajos envidiables y desadaptados sociales trabajando en relaciones públicas. Disculpen, pero a mi eso me suena a cambio. Tal vez decimos que la gente no cambia porque nos da miedo cambiar nosotros, porque como dicen las abuelas “mas vale malo por conocido…” y ¿qué puede ser mas aterrorizante que no reconocerte a ti mismo?. La verdad es que el cambio es parte de la naturaleza humana, todo lo que somos, desde nuestro útil pulgar oponible, hasta los millares de neuronas capaces de formar infinitas conexiones en nuestro cerebro, son producto del cambio… y… si somos cambio… ¿como podemos asegurar que “la gente no cambia”? Yo quiero creer que todos somos flexibles, que se pueden elegir diferentes caminos, que se vale modificar nuestras opiniones, que se puede escojer, equivocarse y rectificar, por que en esto esta la esencia del cambio. Tal vez lo que pasa es que soy una indecisa que no se compromete con nada, que desecha y recicla ideas con cada nueva estación… si, es posible… pero también existe la posibilidad de que se sea necesario hacer una fe de erratas en la más inflexible de las expresiones populares.

viernes, 19 de diciembre de 2008

Para matar tres minutos


Tengo un favorcito que pedirles, me inscribí a un concurso de mini cuentos y a mi historia no le caerían nada mal unos cuantos votitos coquetos… Asi que por favor aprovechen la hueva pre-navideña y si tienen un rato metanse a votar. La dirección es http://www.mobica.com.mx y las historias estan en galería de relatos, la mía es la de Marina Armendares. Normalmete evitaría este tipo de peticiones , pero el premio son unos cuantos muebles, que como me mudo muy pronto podían serme de mucha utilidad.
Besos

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Itsy bitsy spider...


Cuando era niña me fascinaban las arañas, me gustaba verlas colgadas de sus telas e hilos semi-trasparentes que yo, con todo el poder de mis manitas permanentemente embarradas de dulce podía destruir en un segundo. Ahora le tengo un poco más de respeto a esos bichos tejedores, que construyen microuniversos perfectos en los cuales sin mucho esfuerzo encuentran todo lo que necesitan para sobrevivir. Últimamente cuando pienso en mi misma me veo como una araña, colgada de hilos frágiles que una mano aburrida puede cortar en un instante. Sé que en algunos momentos de mi vida he construido complejas y equilibradas telarañas y que me he movido en ellas con soltura y confianza, por que la falla de un hilo no implica el colapso del sistema. Hace un tiempo, en un punto difícil de definir me pareció que uno de los hilos de mi telaraña era tan fuerte y tan brillante que no pude evitar colgarme sólo de él sin pensarlo dos veces. Ese hilo con todo su brillo y fuerza, como cualquier otro hilo usado en total exclusividad, no aguanto el jalón de sostenerme todita. Cuando escuche el “crack” del hilo y mi corazón tronando en completa sincronía me creí completamente perdida, tal vez por un ratito lo estuve, caí por un instante, pero el golpe en seco contra el piso nunca llego. No sé como pero quede colgada de unos hilitos que no había visto, una red de seguridad que había pasado desapercibida mientras jugaba al trapecista en mi hilo de oro. Llevo ya unos meses aferrandome a unos hilos delgaditos que por momentos siento extremadamente vulnerables, me veo colgada como las arañas más desafortunadas que trataban de hacer sus telas en las vigas del techo en mi cuarto de infancia. Todas las mañanas me despierto con el miedo de no estar ya sostenida por nada y no respiro hasta asegurarme de no estar cayendo. Me imagino y me pienso un día instalada en mi telaraña, pero los intentos de hilo me siguen saliendo frágiles… a veces me dan ganas de que llegue una mano y me haga caer de una vez por todas… pero aparentemente mi red de emergencia aguanta y por el momento ni se rompe ni se fortalece y yo sigo aquí simplemente colgada.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Shitty

Tuve un fin maravilloso… maravilloso y mortal. Fui al concierto de Madonna y luego a una fiesta con la mejor música y la mejor actitud que he experimentado en mucho tiempo. Llegue a mi casa a las 9:30am hecha una porquería y después de dormir unas horas fui a la gran final (jajaja) del “show de los sueños”. No me pierdan el respeto por favor, pero no les puedo explicar lo mucho que amo ver los miles de kilos que pesa Sheyla (Cheila) moviendose al ritmo de la música mas guapachosa del universo. Post “chow” hubieron tacos y platicas, termine acostandome a las 3:00am. Hoy me desperté tarde, con unos ojos que solo se pueden ver con microscopio y con un look más de ultimo domingo de spring break que de lunes laboral. Por todo esto… les presento mi canción del momento, una belleza.




Aqui esta mi jeta de lunes... además del ojo sin pintar y el pálido momia de guanajuato, bajo el gorrito de la sudadera estrategicamente elegida hay un pelo de dos días de fiesta que nunca quieren ver.