En diciembre del año pasado le escribí un post a mi hermana, en “de lo cierres” (http://rollosdesushi.blogspot.com/2007/12/de-los-cierres.html) hablaba de la dificultad de terminar historias, del dolor que cabe en la palabra “adiós” y de la pena infinita que implica un “ya basta”, por muy necesario que este sea. A pesar de que la intuición y las pistas de mi propia historia me permitieron generar en ese momento, un post muy decente, ahora, cuando lo releo me dan ganas de reír, me dan ganas de llorar. En ese momento pensaba que el núcleo del dolor estaba en el matiz de la despedida o como lo dije en ese momento “los finales que no hacen justicia a las historias que cierran”, pero no iba por allí… un adiós mediocre es sumamente doloroso, pero esto no implica que un adiós prácticamente perfecto lo sea menos. El mal sabor de boca, ése “gusto a lagrimas y a rencor” del que escribía tan confiadamente hace meses no es opcional, no se remedia con despedidas suaves, bien platicadas, ni con adioses dichos a tiempo. Terminar, como sea, es terrible, terminar cuando se ama o se ha amado es aterrorizante y la perdida duele con o sin abrazos de despedida… porque cuando los cuerpos se separan y la distancia se cuela en donde hubo alguien más, el silencio es completo y se puede escuchar invariablemente como se parte el corazón.
Bicho,
el accidente se repite, como hace poco más de un año… le estas llorando a la misma herida, ahora más profunda que antes, menos fácil, infinitamente más importante… no tengo mucho que decir... pero Buba siempre ayuda y aunque cuando te estas ahogando no puedas verlo, te esperan cosas muy chingonas bajo el mar.
Cuento de navidad
Hace 1 año