Un divorcio convencional transcurre con una progresión de eventos similar a esta:
Mamá y papá pelean todo el tiempo, se gritan, se ignoran, se miran con ojos de odio cuando creen que los niños no los ven. Los padres deciden separarse, comunican la noticia a los hijos de manera fría, invariablemente mencionando que nada de esto ha sido su culpa, que mamá y papá se quieren pero como amigos… los niños entienden por primera vez que los padres también mienten. Papá se muda a un departamento jodido y los hijos lo visitan de vez en cuando, comen pizza van al cine, tratan de ignorar que todo huele un poco mal. Eventualmente los padres encuentran nuevas parejas, el novio de mamá los compra con regalos, la novia de papá insiste en que es importante que pasen tiempo juntos, “en familia”. Con el paso de los meses el novio de mamá se olvida de los regalos y la novia de papá se inventa un viaje al caribe a un crucero que no acepta niños, que casualidad. En algunos casos los padres se vuelven a casar, en otros se entregan a una procesión de parejas distintas y se omiten la molestia de presentárselas a los hijos. Los niños crecen, un poco resentidos, un poco hartos, un poco condenados a repetir patrones y fallar en sus propias relaciones… en resumidas cuentas crecen muy normales.
El divorcio de mis padres fue un poco diferente:
Mamá y papá pelean todo el tiempo, se gritan, se ignoran, se miran con ojos de odio cuando creen que las niñas no los ven. Los padres deciden separarse, comunican la noticia a las hijas de manera fría, mencionando que nada de esto ha sido su culpa, que mamá y papá se quieren pero como amigos… las niñas entienden por primera vez que los padres también mienten. Mamá confiesa que se ha enamorado de una mujer italiana de nombre Alessandra a quien conoció en una cena de día de la candelaria. Papá se deprime y comienza a cultivar un odio desmesurado por la italiana, que luego se convertirá en un odio generalizado hacía todos los italianos. Mamá decide irse de viaje con el nuevo objeto de su afecto, papá busca consuelo en los brazos de una recién graduada arquitecta prácticamente desconocida que podría ser su hija. Mamá regresa y se instala en una pequeña casa con Alessandra, ella renta un departamento a unas calles para “cuidar las apariencias”. Todos sus conocidos comentan el tema. Papá termina con la arquitecta por razones de fuerza mayor, ella se va para perseguir su verdadero amor, el salto de bonji. Todos sus conocidos siguen comentando el tema. Mamá no soporta más estar en boca del pueblo entero y se muda a una cuidad vecina. Las niñas se quedan con papá. A los pocos meses él conoce a una fotógrafa con dos hijas de la misma edad que las suyas, se enamora, se queda más de quince años con ella. Mamá dura diez con la italiana. Ambas relaciones terminan fatal y después de odiarse por principio y por costumbre durante tantos años los padres deciden volverse amigos. Las niñas crecen un poco resentidas, un poco hartas, un poco condenadas a repetir patrones y fallar en sus propias relaciones… son todo menos normales, pero por los menos tienen una historia un poco más original.