Estoy en mi casa… bueno en casa de mi mamá. Mientras escribo estoy echada en la cama extra del cuarto de mi hermana porque desde que me mude hace más de 4 años mi cuarto se ha convertido en habitación de visitas extra oficial. Irse de Cholula hoy fue raro, raro y triste, no quería dejar a mi amorcillo, no quería dejar a los amigos, a mi departamento, ni a la botella de smirnoff nuevecita en la cocina. Que fuerte es sentir que tu casa ya no es tu casa, que tu cama se puede prestar sin preguntar y que tu gato te omite. A ver si una semana me alcanza para sentir esta casa menos ajena, para acordarme que también soy de aquí.
1 comentario:
¡Hola sushi! Me gustó tu post de hoy, porque en realidad es lo que me pasó ayer que llegué a mi tierra, y de hecho creo que experimenté una de esas ausencias de las que hablaste en tu post pasado, puesto que sentí que todo era raro, también sentí que "mi" casa ya no era mía. y lo más raro todavía es pensar que tu casa y tu vida ya está en otra ciudad, no? Y pues ni modo, a veces hay que dejar atrás lo que se tenía aquí... qué tristeza! :( .
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