Aunque no siempre ha sido así, hoy en día no me considero una persona miedosa… no me dan miedo los fantasmas, las arañas, ni el fracaso. Creo que tengo temores bastante moderados a cosas un poco ridículas y a veces me preocupo por la gente que quiero, pero más allá de eso el miedo no me ocupa ni me pesa demasiado. Sin embargo ayer viví una pesadilla o más bien una situación que puedo convertirse en pesadilla si no hubiera sido por la buena suerte y la compañía de amigos. Aquí les va la historia, tendrán que disculpar el tono de reporte policiaco, pero la he tenido que cotar así:
El sábado en la noche, después de unas horas de sana platica (y no tan sano chisme) en el starbucks algunos amigos, mi amorcin y yo decidimos ir a cenar a un lugar cerca de donde estábamos. Eran como las 10:30 de la noche y la recta a Cholula (calle principal de nuestro pueblo) estaba bastante tranquila. Después de buscarlo por un ratito llegamos al restaurante donde nuestros amigos ya nos esperaban (se habían ido antes en otro coche). Para entrar al estacionamiento puse mi direccional con bastante (variaaaaa) anticipación, pero aun así un repartidor de pizza (al que seguro le quedaban unos minutos para entregar su pedido o “es gratis”), decidió rebasarme por la derecha con el único resultado de estrellarse contra de mi coche, salir volando y terminar cayendo de frente contra una pared. Esos segundos quedan en mi mente como una película en cámara lenta, el grito de mi amorcin, el sonido del golpe y la imagen del tipo… por mucho que intento dejar de pensar en eso no puedo, lo veo una y otra vez. Lo que paso después fue confuso y atemorizante, llegan policías y una ambulancia, toman mis datos, llamo a mi seguro, tiemblo… Por fin me dicen que me van a llevar a la las oficinas de transito para que un Perito (“perito”… ¿no podrían ponerles un titulo que comunique más autoridad y suene menos a albur?) determinará que hacer conmigo. Antes de saber lo que pasaba estaba subida en una patrulla con dos policías y el chavo de la moto que ya había podido pararse y que por suerte no necesito de la ambulancia. Creo que si me conocen (dentro o fuera del blog), pueden imaginarse que esta fue mi primera vez en una patrulla. Yo que sostengo firmemente que hay que probar cosas nuevas, les juro que esta no es una de las experiencias a las que hay que darles una oportunidad. Creo que mi “paseo” duro unos 10 minutos y durante todo ese tiempo en lo único que pensaba era en hablar con el tipo de la moto, un poco para mentarle la madre y mucho más para preguntarle como estaba. Por fin cuando bajábamos de la patrulla me arme de valor, le pegunte como se llamaba y si necesitaba ayuda para caminar. Guillermo (ese resulto ser su nombre) no tenia ni licencia, ni tarjeta de circulación, ni póliza de seguro y se sentó con cara de susto (y probablemente mucho dolor físico) en una sillita de plástico junto a la puerta de la oficina de transito. Un poco después llegaron el agente de seguros y la mamá de Guillermo, el primero mi pidió que llenara unos reportes y la segunda me ofreció una tortilla que saco de la bolsa de su chamarra “para el susto”. Mientras masticaba tortilla fría tuve que zumbarme un regaño del Comandante quien me “explico” que como la moto iba en línea recta y yo “obstruía” la vialidad al dar la vuelta entonces yo era la responsable… de la rebasada por la derecha nada (aunque todos sabíamos que el conductor imprudente no había sido yo). Yo aguantándome las ganas de gritarle que su reglamento de transito era más estúpido que un “TEVE y Novelas” le dije que con todo respeto no entendía que era lo que se debe hacer cuando traes a un cabrón con prisa pisándote el culo del coche en todo momento. Su respuesta fría y ultra-practica nos dejo a todos sorprendidos…
Comandante: “frenar, lo que hay que hacer es darle unos piquetes al freno, ya si te chocan por atrás es su culpa.”
Yo: “¿y si es una moto?... salen volando y los matas”
Comandante: No, salen volando y SE MATAN”
Que fuerte…
opción 1: tratas de evitar (o alivianar) el choque… resultado, el wei sobrevive, pero la ley te chinga.
Opción 2: frenas y dejas que te choquen con ganas… resultado, el wei se mata y tu quedas libre de cárcel pero no de conciencia.
¿Ustedes a cual opción le van?
Para evitar que este post se alargue y mis horas de sueño se acorten, solo vale la pena decir que salí un par de horas más tarde con las secuelas de un susto bien acomodado, nuevos amigos en transito (después del regaño platique horas con los agentes que resultaron ser muy entretenidos), con la tranquilidad que el seguro cubriría la atención medica de Guillermo y la reparación de su moto (así no pierde el trabajo), con unos pesos menos en la bolsa (la infracción y servicio de grúa… y la reparación del coche próximamente… ouch) y amando a mis amigos y mi amorcin que no se despegaron de mi ni un segundo.
Todo mundo me dice que las cosas pasan por algo… cuando le encuentre un significado a esto les contare… por el momento solo me pregunto como puede ser que la ley esté diseñada para que te convenga más matar a alguien que intentar evitar un accidente… Eso SI me da miedo. En cuanto al significado más trascendente… ¿habrá sido una señal para que cambie la psicología por el derecho y reforme el reglamento de transito?... por ahora es lo único que se me ocurre.
Besos