Hace como 6 años tome un curso de escritura, siempre me había gustado escribir, pero nunca había tenido que compartir ni hacerlo “por encargo” (cada semana tocaba algo diferente).
Una de las tareas fue un cuento en formato no típico, ósea nada de “había una vez en un reino muy lejano”. En este tiempo mi hermana tenia unos 15 años, empezaba a salir y como buena adolescente independiente, también a excluirme de su vida casi por completo. Así que mi cuento fue para ella (es un cuento chiquito de extensión y madurez). Hoy espiando entre mis escritos viejos lo encontré y me dieron ganas de ponerlo, así que bicho, este post es para ti (¿te acuerdas?).
… Hoy como todos los sábados no la he visto en todo el día, es la 1:30 de la mañana y estoy sentada a oscuras en la cocina con un vaso de agua en la mano. Acabo de llegar de la fiesta, me pesa todo el cuerpo y me pican los ojos, hace ya un rato que traigo todo el rimel corrido por las lágrimas que brotan cada vez que bostezo. Aun así me resisto a irme a acostar, sé que si aguanto un rato más la espera valdrá la pena. Me quito los zapatos y miro el reloj, la 1:45, si no llega en cinco minutos me subo a dormir. Es en ese momento cuando escucho la llave dando la vuelta en la cerradura, ya era hora, si mi mamá se entera de que volvió a llegar tarde se puede olvidar de salir el próximo fin de semana… pero las dos sabemos que no le voy a decir.
Cierra la puerta sin hacer ruido y camina de puntitas buscándome, sabe que la estoy esperando. No prende la luz al entrar a la cocina y mis ojos cansados y acostumbrados a la penumbra se lo agradecen.
- ¿qué hiciste?- me pregunta mientras saca un tupper del refri y lo destapa poniendo cara de asco.
- Fui a una fiesta- contesto tratando de ignorar el olor a podrido que va invadiendo la cocina.
- ¿y como estuvo?- el tupper con todo y tapa va a parar a la basura.
- Bien, bueno… más o menos, me aburrí y preferí regresarme temprano.
- Ah chido-
Ahora me toca a mi preguntar.
- ¿y a ti? –digo- ¿cómo te fue?
Ya sé lo que viene, no es necesario que vuelva a abrir la boca, basta con que asienta con la cabeza y la mire con atención mientras ella se embarca en una interminable historia acerca de todo lo que hizo, vio, dijo y hasta pensó esta noche.
De repente deja de hablar, el silencio parece extraño después de estarla escuchando por tanto tiempo. Nos miramos y sonreímos al mismo tiempo, no sé porque lo hace ella, pero si sé que lo que en este momento me hace tan feliz a mi es que he encontrado un lugar en su nuevo y exclusivo mundo. Afuera amanece y no importa que tan poco la comprendo porque si entiendo que éste es nuestro momento, en la vida de mi hermana, las madrugadas de fin de semana siempre serán mías… y la espera valió la pena.
2 comentarios:
Wooww....que padre seria para mí tener una hermana...Hay esa empatía, afinida...Whatever que nunca se puede lograr si tienes un hermano...Lindo!!
hey hermana! no sabia de la existencia de esto jajajajaja o bueno chance y no lo recuerdo, pero segun yo nel.
te amo y leer tu post del sushi incremento mis ganas de comerlo yaaa! jaja tampicooooo here I come!!!!
Y DICEEEEEEE:
picolleo
que dice?
picolleo!
no escucho!
picolleo!!!!
mas fuerte
PICOLLEOOOOOOOOOOOOOOOOO (rockeaaaaa)
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